jueves, 10 de febrero de 2011

Con mucha marcha

6. 10 horas. “Hostia, cada día más pronto”. Doy los buenos días, porque, en el fondo, se los merece. Me hago la remolona en la cama –reivindicación: monumento nacional ya- durante dos horas y 10 minutos. La gata se pone rollo ‘oso amoroso’. Beso, lamentón. Por Dios, si fuera un tío sería una forma de despertar de puta madre. Pero, no. Es mi gata, que me quiere una jartá.

Suena el jodido despertador. Tin tin, tin tin, tin tin. Lo apago con toda mi mala hostia. Y es que, aunque ya estuviera desvelada, el despertador es una cosa que me jode sí o sí. Me levanto. Qué calor. Ventana. Coño, hoy vamos a tener el pelo como la Duquesa de Alba. Necesito vivir en un sitio donde la humedad sea tan baja que parezca que el pelo me lo ha lamido una vaca (es la segunda vez que utilizo ‘lamer’). Cuarto de baño, gata en brazos, cocina, ventana, taza, nevera, leche, sacarina, café, microondas. Y hard rock para comenzar el día a lo Leticia Sabater: con mucha marcha.


Termino el café. Hoy lo he terminado caliente. Y empiezan, un día más, las obras en el edificio. Eso sí, al margen de mi siempre orgásmica Bb, hoy me ha ayudado a despertar el camión del agua. A las 6.30 me estaban dejando la calle niquelá. Y ya que están, le podrían haber dado un agüilla a mi coche.

Por cierto, hablando de mi coche. El telepicha de una amiga mía ha decidido por cuenta propia venir a pasar el fin de semana a esta ciudad. Me llama mi amiga, como si yo fuera una tour operadora, a preguntarme qué hoteles hay baratos. “Es que este hotel me sale a 70 euros la noche y yo estoy en paro”. Pues que lo pague su telepicha. “No sé qué hacer, porque ‘mi madre’ me da 15 euros los fines de semana para salir”. Esta frase me recordó totalmente a cuando empecé a salir por la noche. ¿Qué qué le dije? “Vete a los pinos”. Es el picadero oficial. “Claro, tía, en el coche de mi madre”. Entonces me salió mi vena solidaria, como si fuera una ONG: “Te dejo mi coche, pero luego me lo lavas”.

Afortunadamente, mi amiga declinó mi oferta. La verdad es que me hubiera dado bastante asco. Pero todo sea porque mi amiga se desahogue. Al final se va a un hostal que tiene un restaurante chino abajo. Pues nada, la salsa de soja debe de ser perfecta para recuperar energías. Ojo, que me ha dicho que no piensa salir del hostal en dos días para que no la vea su familia. Es lo que tiene tener una familia especialmente numerosa.

La chapa y pintura me reclaman. Tengo hora en el taller.

Besos variados, para ti uno especialmente, con lamentón incluido.



2 comentarios:

  1. vete a los pinos, y si es al 5º mejor, no? pero sin mi coche! muy generoso tu ofrecimiento. menos mal que declinó!

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  2. Jejejeje! Pero mi faceta solidaria no faltó. Ya no iré al infierno de cabeza, aunque seguro que allí se pasa mejor!

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