miércoles, 4 de mayo de 2011

Mala hostia, bienvenida!

Hoy me he levantado tremendamente enfadada. Tanto, que he escuchado el clin de la blackberry y ni he hecho por mirar, ni contestar, ni nada de nada. Es que, al parecer, lo de no contestar es algo que últimamente se estila. Así que yo copio, que la moda es la moda.

Cuando consigo levantarme de la cama, me hago el café, doy de comer a los animales callejeros, un poquito de gata propia, ordenador. Pregunta. Respuesta. Sin más.

Llevo varios días a dieta. El primer día genial, un kilo menos. Estoy pasando más hambre que los patos del parque. Y, aún así, desde entonces, no he perdido un gramo. Más cabreo. Me ha bajado la regla. Más cabreo todavía, no por el hecho de ‘feliz de ser mujer’, porque una lleva con esto desde hace 17 años. Me cabreo porque me duele la barriga y me da muy mala hostia, dolor de piernas y demás.



Menos mal que la depilación láser está cubriendo todas mis expectativas de felicidad en estos días. Este verano, en el caso de que vaya a la playa más que el verano pasado –dos días-, desnudo integral. Tengo una amiga que el verano pasado fue con su ex novio a una playa nudista del levante español. Y se hizo fotos. Y las subió a su blog. No era rollo porno. Era súper festivo. Ella con sus lorzas, mirando al horizonte; él con sus colgajos, mirando a no sé dónde. Paletos.

Ella, por cierto, es de las típicas personas que cambia de acento según el hombre que le guste en ese momento. ¿Qué el muchacho en cuestión es de Sevilla? Pues ozú, miarma. ¿Qué es gallego? Pues qué riquiño. ¿Qué es de Vallecas? Pues ej que. Paleta.

Él lo único que tenía bueno es que era de un gran equipo de fútbol. El Atlético de Madrid. Para aquel que no lo sepa, la que suscribe es colchonera. Como el Príncipe Felipe, Joaquín Sabina y Torrente. Y medio gremio taxista de Madriz, con z, de Letizia.

Repasando el tour que estoy haciendo en esta entrada por media geografía española, se me ha olvidado mencionar que en Semana Santa me armé de valor, cogí un avión y me planté en Granada. Y en 23 días, me vuelvo a armar de valor para coger otro avión y plantarme en Granada. Si quieres, claro.

Besos variados

lunes, 7 de marzo de 2011

sábado, 5 de marzo de 2011

Pasa el tiempo

Que si pasa el tiempo...

Hoy hace justo 20 años que se fue mi abuelo para siempre. Mi abuelo el granaíno, una de las personas más increíblemente buenas que yo he conocido en mi vida. Quizá, la persona más acojonantemente buena que yo he conocido. Una persona a la que echo de menos desde que tenía siete años, a la que recuerdo y de la que he heredado lo justo para que mi madre, día sí, día también, me salté con “ya estás con tu constancia granaína”. De mi abuelo, el de aquí, hace sólo seis años, pero cómo me cuesta...

Ya hace diez años que me fui a estudiar a Málaga. Aunque tenía unas ganas locas, he de confesar que el día antes de coger el avión lloré lo que no está escrito. Y no porque no tuviera ganas de irme, sino porque me iba a empezar una nueva vida. A día de hoy, no sólo me volvería a ir a Málaga, sino que ha sido la época más feliz de mi vida, donde más he salido, he entrado y mejor me lo he pasado.

El mes que viene hace siete años que mi amigo se quiso ir. Aún recuerdo un mensaje en el móvil (la gente tiene la sensibilidad en la punta del nabo): “Qué fuerte, ... se ha suicidado. Han cambiado el examen para la semana que viene”. De ahí en adelante, la peor semana de mi vida. Mi amigo, con el que me iba de copas todos los fines de semana, con quien me sentaba, con quien me pasaba música, con quien me reía. Y con quien lloré.

También hace ya diez años que me puse un pendiente en el ombligo. Uno azul con un brillantito en la bola. Era precioso. Lo perdí –no sé cómo- en un viaje fiestero a Sevilla. Y es que Sevilla, durante los cinco años que me pasé estudiando en Málaga, fue uno de los destinos más visitados por mí y mis amigas –primero en autobús, luego en coche- para pegarnos nuestras buenas juergas.

Ya hace 12 años que se me fue la cabeza –y nunca mejor dicho- y aparecí en casa con mechones lilas en el pelo. Tenían un tono lila-azulado precioso. Eso sí, fueron pocas mechas. Iba a un colegio de monjas y una, aunque siempre ha sido un poco macarra, sabía dónde estaban los límites.

Hace ya 14 años que me compré una guitarra eléctrica. Otra ida de olla de las muchas que he tenido a lo largo de mis 27 años de vida. Era preciosa: blanca, negra y marrón. Me compré un amplificador que me costó 15.000 de las antiguas pesetas. ¿Qué qué tocaba? Dover. De todos modos, he de decir que nunca la llevé al colegio. No me imagino yo a una niña de colegio de monjas tocando el ‘Alabaré a mi Señor’ con la guitarra eléctrica. Rollo punk.

El día 9 de este mes ya hace seis años que me saqué el carné de conducir. Nunca olvidaré a mi profesor Antonio. Día que le decía que me daba susto salir por la autovía –porque llovía a mares, por ejemplo-, día que me sacaba a la autovía. Por supuesto, lo que no olvidaré es que un día me preguntara qué música escuchaba... Al día siguiente se había bajado canciones de Green Day para dar las clases conmigo.

Hace ya siete años que no piso Granada. El último viaje lo hice con una amiga y mi hermana. Fuimos a la Facultad de Medicina. A la hora de comer, el camarero me partió un vaso en la mano. Llegué a Málaga con la mano llena de arañazos, ensangrentada y semi vendada. Dentro de dos semanas justo estaré en Granada. Confío en que esta vez nadie me rompa un vaso en la mano. Ni en ningún lado.

Hace 22 años, haciendo el capullo en unos aparatos de gimnasia, me partí el labio. Me llevaron a la Cruz Roja corriendo, pero yo no sentía dolor ni nada. La enfermera me cosió, aún tengo una mínima señal. Otra herida de guerra como la que me hice en la pierna hace 15 años con una moto.

Llevo cuatro años trabajando en el mismo sitio. Del anterior trabajo, después de vacilarme durante 18 días, sin contrato, sin un solo día libre, me fui dando un portazo. A la semana fui contratada en mi actual trabajo. Al cabo de los meses, me llamaron del otro sitio para ofrecerme ser redactora jefe de la sección de Deportes. Dije que no. Y me quedé donde empecé, en la sección de Deportes de este periódico, donde me ha ido bien, a veces mal, pero que me ha hecho conocer a la que, sin duda, hoy es mi alma.

Y es que hace tres años que conocí a mi amiga M, la mamá de mi niña I. No sé a cuál de las dos quiero más. Me faltaría algo en la vida si no las tuviera. Ya me he acostumbrado a ellas y es uno de los motivos que más feliz me hacen estar donde estoy. Entre otros. Claro que echo de menos a mi H, a mi malagueña...

Ya hace cuatro años nació la niña de mis ojos, la fiera de mi niña, la que me defiende y la que me ataca. Hace cuatro años recogí a mi gata de la calle. Cuidé también de sus dos hermanos –a base de biberones cada tres horas- hasta que fueron adoptados.

Y ya hace más de dos meses que conocí a alguien que jamás pensé que me iba a aportar tanto, con quien tan bien me lo iba a pasar y a quien tengo tantísimas ganas de ver.

Besos variados, especialmente para ti

martes, 22 de febrero de 2011

Hasta luego, cariño

Definitivamente, creo que la Martirio vive en el piso de arriba. Si no, de qué iba a estar una con los tacones puestos a las 07.30 horas de la mañana. Y pasillo para arriba, y pasillo para abajo. Claro, luego pasa lo que pasa, que una sueña que alimenta a seis gatos de color rojo (una grima…) y que le regala al Nenu el disco de Operación Triunfo. Que no sé yo que es más improbable, si los gatos rojos o regalarle eso.

Por cierto, hablando de truños, ¿habéis escuchado la canción que este año representará a España enEurovisión? Es una mezcla entre pena y asco, pobrecita. Me la ‘recomendó’ el lunes un compañero de trabajo. Ayer la escuché y hoy he despertado del shock. La verdad es que cada vez España va a peor a Eurovisión. Apuesto que este año quedaremos los últimos.



Aunque para truño el concierto que nos espera en esta bendita ciudad de horteras en el mes de mayo. Al parecer, y según todos los datos que dan pero que no dan, no lo publiques, pero te lo digo por si acaso, viene el gran Dani Martín (lo de gran, obviamente, es irónico). Hace tres años ya tuvimos el honor (vuelvo a la ironía, claro) de ver en directo el gran (de nuevo, ironía) espectáculo de El Canto del Loco. Creo que es uno de los grupos a los que más asco he tenido y le tengo. Pero al grupo, al cantante, al batería, al bajista y a la madre que los parió, que la pobre no tiene culpa ninguna, pero bueno.

También le tengo cierto asco a Amaia Montero. El otro día en Facebook lo que me pude reír. Un amigo mío muy gay (con el que me voy de concierto en escasos 23 días) se hace fan de las cosas más absurdas y más graciosas que yo he visto. ¿Puede tener este zurullo más fans que Amaia Montero? Dudé por un momento en hacer clic sobre ‘Me gusta’ porque tengo agregado a mi director… De lo que he tenido que hacerme fan sí o sí ha sido de: ‘El gato encima de un teclado que puso el nombre al volcán Eyjafjallajökull’; ‘Acompañar con palmas la bajada de un archivo para que vaya más rápido’; ‘El alcohol no soluciona los problemas, pero, qué cojones, la leche tampoco’.

Ahora que lo pienso… Casi que me podría haber hecho fan de la página dedicada con cariño y amor a Amaia Montero. Al menos así mi director vería que NO me gusta cubrir determinado tipo de eventos. Como por ejemplo el viernes, que tuve que llamar al encargado de un circo para, después de hacerle preguntas dignas de Pulitzer (…), despedirse de mí con un ‘Hasta luego, cariño’.

Besos variados, aunque para ti el más grande del mundo…

jueves, 17 de febrero de 2011

Con bragas y a lo loco

6.12 de la mañana. “Buenos días”… Y cómo estaría yo de dormida que ni me he enterado de mi ‘clin’ orgásmico mañanero. No es que no me haya enterado. Es que la menda se ha quedado en coma profundo hasta las 08.20 de la mañana. Bueno, en realidad han sido cinco minutos más, por eso de que el móvil me suena cada cinco minutos…

Me levanto. Gata. Beso. Pasillo. Cuarto de baño. Conecto el ordenador. Cocina. Ventana. Viento y lluvia. ¡Qué viento! Nevera, leche, taza, sacarina, café, microondas. Ordenador encendido. Y Facebook, sí ‘book’, no ‘fuck’, que era muy temprano.



Subo una canción y he aquí mi primera anécdota del día. Una, que es muy limpia, se dispone a pegarse una duchita. Tras ello, se seca, se echa sus cremitas y su desodorante –que donde trabajo ya tenemos un cerdo-, se coloca las bragas (en realidad es un culotte, me van más) y una camiseta. Se echa el antiojeras, sus polvillos –en la cara, claro-, su sombrita de ojos… ¿y el rimmel? En el bolso, que está en el salón.

Allá que voy al salón en bragas y camiseta. Allá que veo un reflejo naranja fosforito. COÑO. La puta poda de árboles. A ver, no es que estuvieran en el balcón, pero a una no le hace especial ilusión que cualquiera la vea medio en bolas. ¿Les doy los buenos días? ¿Les invito a un café con leche? ¿Unas galletitas? No. He huido. Me he agachado lo máximo y he salido del salón, pero con el rimmel en la mano.

Y ya he podido terminar de pintarme.

Besos variados, aunque el más grande de todos para ti…

miércoles, 16 de febrero de 2011

Chupa chups

El flamenco ha vuelto a mi vida. Mi vecina de arriba, con uno de los nombres más chonis, canis y ordinarios que yo me he encontrado a lo largo de mi existencia, hoy ha decidido subirse a los tacones a las 07.30 de la mañana. Paseo para arriba. Ahora para abajo. Para arriba. Para abajo. Otra vez para arriba. Y ahora para abajo. Es para cagarse en su puta madre. Voy a subir con toda mi mala hostia a llevarle unas zapatillas de andar por casa. Pero acabo de escuchar la puerta de su casa. Se va. A buenas horas, cuando ya ha conseguido levantarme de la cama.

Por cierto, recordad desde aquí la mi cama es monumento nacional de mi vida. Un aplauso a mi cama, y no sólo porque en ella se pueda dormir. Que también, siempre y cuando mi vecina, la del nombre ordinario, me deje. Si no, los cojones.

Café con leche –sin lactosa, claro- y una sacarina. Y escuchando Los Planetas. Pero no sé qué carajote he hecho con los altavoces del portátil que suena como si tuviera a mi siempre amado a mi vera cantándome. Igual hasta está, y yo aquí en pijama y con un moño en lo alto. Bueno, así me levanto todos los días, unas veces con más malafollá, otras con menos, pero así me levanto.

Normalmente tengo un buen despertar. Y eso que yo soy mucho más de trasnochar. Pero las buenas costumbres se van perdiendo con el tiempo. El domingo, por ejemplo, me fui de copas por la tarde. Entre otros, me encontré con la que me llama ‘moderna’ (uy, qué grave insulto, so puta) con un novio que se ha echado. Confiemos en que cuando echen un polvo ella esté abajo, porque el novio era la cosa más esmirriada que yo he visto nunca.

La típica pareja que dices “si es que no pegan, por Dios”. Ella un armario ropero de cuatro puertas correderas. Él, un tío chupa chups, poco cuerpo, mucha cabeza. Pero bueno, el amor es lo que tiene … Se quieren, se gustan y, lo que digo yo, ella abajo, él arriba. O de pie. Aunque tampoco, que ella le saca dos cabezas. A saber. A lo mejor sólo se dan piquitos. Él subido en un banco, claro.



Por cierto, quitan Operación Truño. En el fondo me da hasta lástima. Mi vecino es uno de los concursantes. Y sabe mi vida y obra sentimental. Antes salíamos juntos de juerga por estos lares. Pero luego se hizo más moderno que yo y se fue a London. Yo, mientras, me quedé en la jaula. Pues eso, que me da hasta cosilla. Y no he visto ni un programa. Me acuerdo hace tres años, cuando fue otra chavala de la jaula a concursar y me tocó cubrirlo. Eso fue un suplicio. También cubrí el concierto. Faltaría más. Y recordad mi entrevista a El Barrio… y mi convocatoria de la tonadillera: de Isabel Pantoja.

Qué queréis que os diga… Me ha quedado una entrada sin pies ni cabeza. Pero me he explayado. Ya es miércoles. Feliz día.

Besos variados, pero especialmente para mi ti... para quién si no...

lunes, 14 de febrero de 2011

Retales

1995…

Al Sur, muy al Sur. Una niña de colegio de monjas. Privado. Un tío rubio y con patillas que hoy es abogado con melena y patillas. Concierto. Dover. Disco. Reyes. Una guitarra eléctrica. Amplificador. Pedal. Púas. Vecinos. Dr Martens. Uniforme del colegio. Tinte lila. Esmalte de uñas negro. Voleybol. Vaqueros.

1998…

Al Sur, muy al Sur. Una chica de colegio de monjas. Privado. Uniforme. Un tío que tocaba el bajo en un grupo local. Concierto. Guitarra eléctrica. Amplificador. Púas. Vecinos. Botas. Manicura francesa. Deep Purple. Moto.

2003…

Al Sur. Una chica. Estudiante. Periodismo. Un tío moreno y con patillas del que no sé nada. Ocho kilos menos en un año. Concierto. Sonic. Il Niño. Marilyn Manson. Mi gran amigo que se quiso ir para siempre. Dolor. Tristeza. Pena. Mocito Feliz. Málaga. Plaza de la Merced. Alcohol. Tabaco.

2005…

Al Sur. Una chica. Estudiante. El peor día de mi vida. Un tío moreno con patillas, pendiente en la ceja y fumeta. Feria al Sur del Sur. Tristeza. Mes de noviembre de 2005. Málaga. Vuelta a la normalidad. Navidades. Tristeza. Dignidad. Orgullo. Por fin acaba el año. Intento dejar de fumar.

2011…

Al Sur, muy al sur. Una mujer. Periodista. Un tío moreno y con patillas del que quiero saber más. Los Planetas. Ramones. Pendientes. Tatuaje. Esmalte de uñas gris. Sombra de ojos gris. Lápiz de ojos negro. Faldas. Y botas. Y Blackberry. Ya no fumo. Pero sí bebo y peco. Amén.

Besos variados, pero para Batman el más grande de todos...