sábado, 5 de marzo de 2011

Pasa el tiempo

Que si pasa el tiempo...

Hoy hace justo 20 años que se fue mi abuelo para siempre. Mi abuelo el granaíno, una de las personas más increíblemente buenas que yo he conocido en mi vida. Quizá, la persona más acojonantemente buena que yo he conocido. Una persona a la que echo de menos desde que tenía siete años, a la que recuerdo y de la que he heredado lo justo para que mi madre, día sí, día también, me salté con “ya estás con tu constancia granaína”. De mi abuelo, el de aquí, hace sólo seis años, pero cómo me cuesta...

Ya hace diez años que me fui a estudiar a Málaga. Aunque tenía unas ganas locas, he de confesar que el día antes de coger el avión lloré lo que no está escrito. Y no porque no tuviera ganas de irme, sino porque me iba a empezar una nueva vida. A día de hoy, no sólo me volvería a ir a Málaga, sino que ha sido la época más feliz de mi vida, donde más he salido, he entrado y mejor me lo he pasado.

El mes que viene hace siete años que mi amigo se quiso ir. Aún recuerdo un mensaje en el móvil (la gente tiene la sensibilidad en la punta del nabo): “Qué fuerte, ... se ha suicidado. Han cambiado el examen para la semana que viene”. De ahí en adelante, la peor semana de mi vida. Mi amigo, con el que me iba de copas todos los fines de semana, con quien me sentaba, con quien me pasaba música, con quien me reía. Y con quien lloré.

También hace ya diez años que me puse un pendiente en el ombligo. Uno azul con un brillantito en la bola. Era precioso. Lo perdí –no sé cómo- en un viaje fiestero a Sevilla. Y es que Sevilla, durante los cinco años que me pasé estudiando en Málaga, fue uno de los destinos más visitados por mí y mis amigas –primero en autobús, luego en coche- para pegarnos nuestras buenas juergas.

Ya hace 12 años que se me fue la cabeza –y nunca mejor dicho- y aparecí en casa con mechones lilas en el pelo. Tenían un tono lila-azulado precioso. Eso sí, fueron pocas mechas. Iba a un colegio de monjas y una, aunque siempre ha sido un poco macarra, sabía dónde estaban los límites.

Hace ya 14 años que me compré una guitarra eléctrica. Otra ida de olla de las muchas que he tenido a lo largo de mis 27 años de vida. Era preciosa: blanca, negra y marrón. Me compré un amplificador que me costó 15.000 de las antiguas pesetas. ¿Qué qué tocaba? Dover. De todos modos, he de decir que nunca la llevé al colegio. No me imagino yo a una niña de colegio de monjas tocando el ‘Alabaré a mi Señor’ con la guitarra eléctrica. Rollo punk.

El día 9 de este mes ya hace seis años que me saqué el carné de conducir. Nunca olvidaré a mi profesor Antonio. Día que le decía que me daba susto salir por la autovía –porque llovía a mares, por ejemplo-, día que me sacaba a la autovía. Por supuesto, lo que no olvidaré es que un día me preguntara qué música escuchaba... Al día siguiente se había bajado canciones de Green Day para dar las clases conmigo.

Hace ya siete años que no piso Granada. El último viaje lo hice con una amiga y mi hermana. Fuimos a la Facultad de Medicina. A la hora de comer, el camarero me partió un vaso en la mano. Llegué a Málaga con la mano llena de arañazos, ensangrentada y semi vendada. Dentro de dos semanas justo estaré en Granada. Confío en que esta vez nadie me rompa un vaso en la mano. Ni en ningún lado.

Hace 22 años, haciendo el capullo en unos aparatos de gimnasia, me partí el labio. Me llevaron a la Cruz Roja corriendo, pero yo no sentía dolor ni nada. La enfermera me cosió, aún tengo una mínima señal. Otra herida de guerra como la que me hice en la pierna hace 15 años con una moto.

Llevo cuatro años trabajando en el mismo sitio. Del anterior trabajo, después de vacilarme durante 18 días, sin contrato, sin un solo día libre, me fui dando un portazo. A la semana fui contratada en mi actual trabajo. Al cabo de los meses, me llamaron del otro sitio para ofrecerme ser redactora jefe de la sección de Deportes. Dije que no. Y me quedé donde empecé, en la sección de Deportes de este periódico, donde me ha ido bien, a veces mal, pero que me ha hecho conocer a la que, sin duda, hoy es mi alma.

Y es que hace tres años que conocí a mi amiga M, la mamá de mi niña I. No sé a cuál de las dos quiero más. Me faltaría algo en la vida si no las tuviera. Ya me he acostumbrado a ellas y es uno de los motivos que más feliz me hacen estar donde estoy. Entre otros. Claro que echo de menos a mi H, a mi malagueña...

Ya hace cuatro años nació la niña de mis ojos, la fiera de mi niña, la que me defiende y la que me ataca. Hace cuatro años recogí a mi gata de la calle. Cuidé también de sus dos hermanos –a base de biberones cada tres horas- hasta que fueron adoptados.

Y ya hace más de dos meses que conocí a alguien que jamás pensé que me iba a aportar tanto, con quien tan bien me lo iba a pasar y a quien tengo tantísimas ganas de ver.

Besos variados, especialmente para ti

1 comentario:

  1. el tiempo pasa, sí, pero tú lo aprovechas bien! fantástico resumen vital. espero que este nuevo episodio, el que empezó hace dos meses, salga bien, porque viendo algunos capítulos pasados, muy chungos, te lo mereces totalmente!

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